La Fairy Flag, o ‘Bandera de las Hadas’, es uno de los mayores tesoros custodiados por el jefe del clan MacLeod, un clan escocés de las Highlands tradicionalmente vinculado a la isla de Skye.
A día de hoy, la bandera se encuentra en el castillo de Dunvegan, sede del clan en la isla de Skye, y ha sido descrita como “bastante andrajosa, confeccionada con seda de un marrón desvaído y cuidadosamente remendada en algunos puntos.” Aunque no lo parece por su aspecto, se cree que la bandera posee misteriosos poderes, y se cuentan numerosas historias sobre la forma en que este mágico pedazo de tela ha protegido al clan MacLeod a lo largo de los siglos.
Existen principalmente dos historias que se han contado habitualmente acerca del origen de la bandera de las hadas. La primera de ellas relaciona el origen de la bandera con las Cruzadas, indicando de este modo que procede de algún lugar del Próximo Oriente. La segunda, en comparación, nos habla de hadas, y sitúa los hechos que rodearon la aparición de la bandera en la propia isla de Skye.
Se ha determinado que el tejido de la Bandera de las Hadas es seda procedente del Próximo Oriente (para ser más específicos Siria o la isla de Rodas). Este hecho parece conceder cierto crédito a la tradición según la cual la bandera tuvo su origen en Oriente. No obstante, la bandera ha sido datada entre los siglos IV y VII d. C., por lo menos 400 años antes de que se iniciara la Primera Cruzada. Aún así, es posible que la Bandera de las Hadas ya fuese considerada una reliquia en la época de la Primera Cruzada, y que su viaje a las islas británicas tuviera su origen en esta campaña militar.
Una bandera de las Cruzadas
La versión de las Cruzadas sobre el origen de la Bandera de las Hadas da comienzo con Harald Sigurdsson, conocido también como Harald Hardrada, rey de Noruega entre los años 1046 y 1066. Antes de convertirse en rey de Noruega, Harald había sido capitán de la Guardia Varega en la corte del emperador bizantino en Constantinopla. Uno de los valiosos tesoros que se trajo consigo a Noruega habría sido precisamente la Bandera de las Hadas, que por aquel entonces era conocida como Landoda, ‘La que asola la tierra’. El rey creía que gracias a esta bandera no podía ser vencido en batalla, y cuando se embarcó en su campaña para conquistar Noruega, como es lógico, llevó la bandera consigo.
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Los ingleses tendieron una emboscada al ejército noruego, y parece que Harald no tuvo oportunidad de desplegar su bandera mágica. Las tropas de Harald fueron derrotadas en la batalla de Stamford Bridge, y el rey perdió la vida al atravesar una flecha su garganta. Se cuenta que uno de los guerreros de Harald que sobrevivió a la batalla, Godred Crovan, consiguió rescatar la bandera y llevársela hasta el reino de Mann y las Islas, donde buscó refugio junto a su rey Godred Sigtryggsson, que era además pariente suyo. Crovan se autoproclamó rey de Mann en el año 1079, y según los MacLeod, su clan desciende de él.
Harald en la batalla de Stamford Bridge. (Public Domain)
El clan de las hadas
La otra versión de la historia sugiere que la Bandera de las Hadas no llegó de Oriente, sino que fue un obsequio de las hadas al clan MacLeod. El cuarto jefe del clan, Iain Ciar, era al parecer un joven muy atractivo. Pero aunque gustaba a muchas mujeres, no se había sentido aún atraído por ninguna de ellas. Cierta noche, el jefe tropezó con una casa de hadas, en la que pudo ver a la princesa de las hadas. Ambos se enamoraron instantáneamente el uno del otro, y la princesa solicitó a su padre que le permitiera casarse con el jefe del clan MacLeod.
El rey de las hadas, no obstante, rechazó esta petición, explicando a su hija que a diferencia de las hadas los humanos envejecen y mueren, y que no podría evitar el dolor de verle morir. Padre e hija llegaron a un acuerdo, de modo que se permitió a la princesa estar con el jefe durante un año y un día, tras lo cual debería regresar con su gente. Durante este tiempo, la princesa tuvo un hijo. Pero finalmente llegó el momento del adiós. Antes de marcharse, la princesa le hizo prometer a su marido que nunca dejaría solo al niño ni le permitiría llorar, ya que eso sería más de lo que ella podría soportar.
La Bandera de las Hadas (Public Domain) y el castillo de Dunvegan en la isla de Skye, envuelto en la niebla en agosto del año 2007. (CC BY-SA 3.0)
En las semanas posteriores a la partida de su esposa, el jefe mantuvo su promesa, aunque se sentía apesadumbrado. Sus amigos decidieron organizar una fiesta para intentar levantarle el ánimo. A medida que se desarrollaban las celebraciones, el jefe empezó a recobrar su humor habitual. La alegre música y la algarabía procedentes del salón de banquetes sonaban con tal estruendo que llegaron hasta oídos de la niñera, de modo que ésta decidió abandonar los aposentos del bebé y acudir a la fiesta. El niño se despertó con el ruido y empezó a llorar, pero la niñera no le oyó.
La princesa de las hadas, en cambio, sí oyó el llanto de su hijo, y apareció junto a él. Le cogió en brazos, le envolvió en mantillas y le cantó una nana, consiguiendo de este modo que volviera a dormirse. Fue entonces cuando el jefe (o en otras versiones del relato la niñera) llegó a los aposentos del bebé. Oyó la nana, pero no pudo ver quién la cantaba. Años más tarde, el niño creció y contó a su padre lo que había ocurrido esa noche. De este modo, las mantillas que envolvieron al bebé se convirtieron en la Bandera de las Hadas, considerada un mágico talismán que protegía al clan MacLeod.
Princesa cantando una nana, ilustración de H.J. Ford, 1921 (carolynemerick.com)
En cualquier ocasión en que el clan se encontrara en grave peligro, todo lo que debían hacer los MacLeod era desplegar la Bandera de las Hadas y ondearla tres veces. De este modo, las legiones de las hadas acudirían en su auxilio. Esto, sin embargo, solo podía hacerse en tres ocasiones, tras lo cual la bandera regresaría al lugar del que procede, arrastrando consigo a quien la hubiera ondeado por última vez. Al parecer los MacLeod ya han recurrido a la bandera en dos ocasiones: la primera, una vez que los MacDonald habían invadido sus tierras y les superaban ampliamente en número. Aquel día los MacLeod ondearon la Bandera de las Hadas, el signo de la batalla cambió, y el clan de la isla de Skye se salvó de la destrucción.
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Abadía de Iona. La marca en el suelo podría señalar la localización de las tumbas de varios jefes MacLeod y de uno de los portadores de la famosa Bandera de las Hadas.
La segunda vez que se empleó la Bandera de las Hadas fue a causa de una epidemia que estaba acabando con el ganado del clan, por lo que los MacLeod estaban muriendo de hambre. Cuenta la tradición que tras ondear la bandera las reses del clan volvieron a la vida. Por último, la bandera estuvo a punto de ser utilizada por tercera vez durante la Segunda Guerra Mundial, ya que la jefa del clan, la Sra. Flora MacLeod, se ofreció para ondearla ante los acantilados de Dover en el caso de que los alemanes intentasen invadir Gran Bretaña. Afortunadamente, el clan MacLeod no necesitó invocar la magia de la bandera, y de este modo, siempre según la tradición, los MacLeod aún tienen opción de recurrir a la legendaria bandera una última vez.
La Sra. Flora MacLeod en el castillo de Dunvegan, hogar tradicional del clan. (CC BY-SA 3.0 nl)
Imagen de portada: La Copa de Dunvegan, la Bandera de las Hadas y el Cuerno de Sir Rory Mor son las reliquias familiares del clan MacLeod de Dunvegan. La fotografía es anterior al año 1927. (Public Domain)
Artículo actualizado el 28 de Septiembre 2022.
Autor: Wu Mingren
Source: ancient-origins.es